Alineando sus esfuerzos con estos objetivos, los actores locales logran mejor gestión del agua, mayor productividad, ahorro de costes, cuidado ambiental y sostenibilidad global en sus operaciones.

Es importante adaptar las prácticas de riego al contexto ecológico específico (clima, tipo de suelo, disponibilidad de agua, requerimientos de las especies). Así, la tecnología contribuye a una agricultura sostenible, uso eficiente del agua y equilibrio ecológico.

Para abordarlos se requiere: mejorar acceso a tecnología/infraestructura, apoyo e incentivos financieros, capacitación, políticas de apoyo e inversión en sistemas de datos; esto facilita la adopción y aplicación efectiva de las prácticas de riego.

Algunas contraindicaciones:
Económicas: inversión inicial que puede ser barrera, sobre todo para pequeños usuarios.
Sociales: cambios en prácticas tradicionales pueden generar resistencia.
Ambientales: la IM mejora eficiencia y ahorra agua subterránea, pero la dependencia excesiva del riego puede reducir la resiliencia del olivo al clima.

Estas oportunidades existen tanto en el sector agrícola como en el de paisajismo/verde urbano. Con el foco en eficiencia, sostenibilidad y ahorro de agua, las empresas de gestión del riego están bien posicionadas para aportar al sector y a los retos ambientales.

Teniendo en cuenta estos factores, se crea un entorno favorable para que los usuarios finales adopten y comercialicen tecnologías sostenibles de gestión del agua: cerrar brechas de conocimiento, ofrecer incentivos, mostrar beneficios y establecer políticas/alianzas de apoyo.